¡DUC IN ALTUM! / "Siguiendo tu palabra echaré las redes" (Lc 5, 4-6)

CURSO 2004-2005

Thursday, March 10, 2005

¡OJALÁ ALGUIEN HUBIERA AVISADO DE LA LLEGADA DE LA OLA DEVASTADORA!


Posted by Hello

No es cristiano abstenerse de ayudar a las víctimas del maremoto del pasado mes de diciembre en el sudeste de Asia. No es cristiano pensar que eso es cosa sólo de los Gobiernos o de los demás. A menudo resulta mucho más fácil creer en Dios (cuanto más lejano mejor) que sentirnos y vivir como hijos suyos. Ser hijo de Dios comporta tener la misma escala de valores, el mismo querer y actuar que Él (en la medida de nuestras limitadas posibilidades). El hecho de tener a Dios como Padre, implica que los demás son hermanos nuestros. No es aceptable que en una familia unos hermanos hagan fiesta grande o vivan inmersos en la frivolidad, mientras otros sufren tanto (y esto también en nuestro propio País). No es aceptable la frase de Caín: “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?” (Gen. 4,9).
Todos podemos ayudar, os sugiero ideas: ante todo, rezar tanto por los difuntos como por los supervivientes, así como por todas aquellas personas de las que dependen las acciones destinadas a mejorar las condiciones de vida de las víctimas; rezar para que Dios mueva a la generosidad a todos los corazones de las personas, no sólo para esta emergencia, sino también para todas las necesidades de la Humanidad; ofrecer Misas en sufragio por las almas de los difuntos, pues sabemos que la vida no acaba con la muerte; ofrecer también las indulgencias plenarias que se han concedido a los actos de adoración, etc. con ocasión del Año de la Eucaristía. Quien pueda, que ayude económicamente, sabiendo que hay muchas instituciones eclesiales que trabajan habitualmente en la zona y lo distribuirán con toda efectividad.
Ante la ingente magnitud de la tragedia y los terribles sufrimientos que se derivan de ella para un número tan grande de personas; ante las graves consecuencias que tardarán tanto tiempo en poderse superar y, en muchos casos serán ya irreversibles en esta vida; no podemos dejar de pensar cuan bueno hubiera sido que se hubiera avisado de antemano del tsunami y se hubieran podido tomar las medidas pertinentes. Ojalá todos hubieran podido huir como lo hicieron los elefantes alertados por su sexto sentido. No quiero detenerme ahora en los detalles de las responsabilidades, sino dirigir la atención a otro terreno. Existe en nuestro mundo de hoy, a nuestro lado mismo, otra temible ola que se acerca y que ya hace tiempo que está ahogando a personas, destruyendo vidas, sepultando las almas...se trata de esta ola de mentiras que podríamos resumir bajo el nombre de “cultura de la muerte” porque roba la vida a todo lo que toca. Coge desprevenidas a las personas que no están moralmente bien formadas y, sobre todo, que no se apoyan en la Roca firme que es Jesús.
Nos dicen que el aborto es “la interrupción del embarazo”, cuando en realidad es un crimen, del cual todos padecen gravísimas consecuencias después; pero eso no se avisa. En vez de ayudar a solucionar el problema de la mujer que espera el hijo, como sería lo más normal, nos “venden” que lo que se ha de hacer es eliminar el niño. Igualmente, en vez de educar los más jóvenes a fin de madurar su psico-afectividad, se los quiere condenar a graves problemas posteriores, violando las etapas naturales del desarrollo, que reserva la intimidad sexual a su ámbito específico y exclusivo: el matrimonio. Se nos explica el “cuento chino” de que los niños en los inicios de su vida no lo son, sino que son “preembriones” (la palabra se la inventan) y que se les puede utilizar como objetos de experimentación, o para unos supuestos tratamientos médicos, aún inexistentes. En realidad éstos se pueden llegar a lograr mejor con otras células madre adultas (no extraídas de embriones). Se oscurece todo con palabras técnicas para que no se vea claro lo evidente: que nunca será lícito acabar con la vida de una persona (asesinarla) para curar, o intentar curar a otra. Se nos plantea como una buena obra, hecha por compasión, arrebatar la vida a una persona que sufre gravemente; cuando la verdadera compasión, el Amor, como todos sabemos, consiste en ayudarla a vivir, aliviando en lo posible su padecimiento y soledad. No es nunca lícito, para eliminar el sufrimiento, eliminar a la persona que padece, ¡menudo disparate! Y así, un largo etc. de errores y ocultaciones de la verdad.
Nosotros somos los que tenemos que dar la voz de alarma en este “tsunami espiritual”, que quiere convertir nuestra sociedad, y de hecho lo está haciendo, en una especie de casa de los horrores. Se están sustituyendo los sentimientos y actitudes humanas, por el puro provecho mercantilista, y la utilización de las personas como objetos de usar y tirar.
Es urgente que despertemos, hace falta que cada cual pida al Espíritu Santo qué puede hacer para evitar las consecuencias, que llegarán a ser catastróficas, y ya lo están siendo, de esta manipulación tan descarada de la verdad que nos están ejerciendo.
Había una “tira” de “Mafalda” (personaje del humorista Quino) en la cual se veía un anciano que miraba escandalizado a un joven vestido con la moda “hippie” y decía: -“esto es el acabose”, y Mafalda le respondía:-“no, esto es el continuose del empezose de ustedes”. La indumentaria, que en sí misma, no tiene nada de malo, sólo me sirve como anécdota para ilustrar la idea que os quiero comunicar: de nosotros depende el futuro de nuestra Humanidad, depende de que nosotros lo pongamos en manos de Dios. Nosotros somos los centinelas del mañana (nos lo ha dicho el Santo Padre). Y Jesús nos repite muchísimas veces en el Evangelio la necesidad de estar alerta (velar), abiertos a la Voluntad, al Amor de Dios y a su acción en nosotros en cada momento. Nos dice: “Dichoso el siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace así” (Mt. 24, 46).
En este año de la Inmaculada, pidamos a María que nos haga velar en el Amor, como Ella lo hizo toda su vida.

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