¡DUC IN ALTUM! / "Siguiendo tu palabra echaré las redes" (Lc 5, 4-6)

CURSO 2004-2005

Thursday, March 10, 2005

Año de la Eucaristía: desde 2004 hasta octubre de 2005.


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El Santo Padre Juan Pablo II declarará este mes de octubre el inicio del año de la Eucaristía para la Iglesia Universal. Este acontecimiento será una gran oportunidad para profundizar y meditar en el Misterio Eucarístico, a fin de impulsar en el mundo la paz, la reconciliación y la justicia, frutos entre otros de la nueva evangelización y dar a la humanidad entera el alimento necesario, Jesucristo, para afrontar los retos del momento actual. Así podremos fortalecer nuestro sentido de responsabilidad respeto a la tierra actual.

La Eucaristía es fuente y cumbre de la vida de la Iglesia, pues la Iglesia vive de la Eucaristía. Es exigencia y modelo del compartir; el origen de donde brota toda evangelización.

En la Eucaristía tenemos a Jesús, su Sacrificio Redentor, su Resurrección, el don del Espíritu Santo; también la adoración, la obediencia y el Amor al Padre, hasta el extremo de dar la vida (Cf.
Jn 10, 17-18). Tenemos la Santísima Trinidad. Si descuidáramos la Eucaristía, ¿Qué remedio encontraríamos para nuestra pobreza?

Tras la consagración, el pan ya no es más pan, aunque lo parezca; en realidad, ya es el Cuerpo de Cristo, aunque no lo parezca. Igualmente sucede con el vino. Lo que comemos es más que cualquier otra cosa del mundo y que cualquier otro Sacramento: ¡ES DIOS MISMO! En la Eucaristía está real y verdaderamente Jesucristo como Dios y como Hombre. No es sólo una presencia imaginaria, ni espiritual.

La fuerza generadora de unidad del Cuerpo de Cristo es el antídoto de la acción disgregadora
de nuestro pecado. Sólo alimentados con el Cuerpo y la Sangre de Cristo y llenos del Espíritu Santo podremos llegar a formar un solo cuerpo y un solo espíritu.

Quien es consciente de estar en pecado grave, debe recibir el Sacramento de la Reconciliación al menos una vez al año, en peligro de muerte y antes de acercarse a la Mesa Sagrada de la Comunión. “Que cada cual se examine a sí mismo, antes de comer el pan y beber la copa” (Cf.
1Cor 11, 28)

"Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros mismos, y la verdad no estaría en nosotros. Pero si reconocemos nuestros pecados, Él, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos purificará de todo mal." (1Jn
1, 8-9).

Dado que todos los fieles estamos llamados a la santidad, también es recomendable confesar los pecados veniales
.

No se trata de una pesada obligación. Consiste, más bien, en ejercer un feliz derecho que tiene todo bautizado. Verdaderamente ser cristiano es una puerta abierta a la esperanza y a la alegría, pues, cuanto más nos sepamos pecadores
, más liberados nos sentiremos de este pecado por Cristo.

La Eucaristía y la Penitencia son dos Sacramentos estrechamente vinculados entre sí. De la Eucaristía se deriva una exigencia constante de conversión y de respuesta personal a la exhortación
de San Pablo: Os lo pedimos en aras de Cristo: ¡dejaos reconciliar con Dios! (2Cor 5,20).

Bebiendo de un mismo manantial, de un “solo Espíritu” (1Cor 12, 13) se eliminan las rupturas entre Dios y el hombre, entre hermanos, un pueblo y otro; en definitiva, los del hombre consigo mismo, con su verdadera esencia. Así será factible el deseo de Jesús: “que todos sean”uno (
Jn 17, 21).

Encomendemos este año de la Eucaristía a María Santísima
, quien vivió en íntima comunión con Jesús, Verbo encarnado, a fin de que nos ayude, a todos los cristianos, a reconocer en la Eucaristía la presencia viva de su Hijo Divino, a acogerlo con fe e invocarlo con Amor; a fin de que, fortalecidos con el Pan Eucarístico, los cristianos no duden en ponerse al servicio del sus hermanos a fin de construir una nueva humanidad más justa y fraterna.

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