¡DUC IN ALTUM! / "Siguiendo tu palabra echaré las redes" (Lc 5, 4-6)

CURSO 2004-2005

Friday, March 18, 2005

“EL RÁPIDO DESARROLLO”

EL SANTO PADRE NOS HABLA DESDE EL DOLOR, Y CON UNA NUEVA CARTA APOSTÓLICA
¡Gracias Juan Pablo II, muchas gracias!
Pese a tu malestar y agotamiento no has olvidado que el Señor te encomendó el cuidado de tus ovejas, hasta dar la vida, como Él (Cf. Jn 21, 15-18). Ahora nos exhortas desde la Cátedra del sufrimiento, evidenciando a nuestra Humanidad que la enfermedad, la ancianidad o la disminución física no quita nada a la dignidad inherente a cualquier ser humano. Nos muestras que nuestra vida de bautizados tiene que ser una ofrenda amorosa al Padre en unión al Sacrificio Redentor de Cristo, y cualquier lugar en el que nuestra vida transcurre, es nuestro altar. Tu voz profética (que habla en nombre de Dios) se nos comunica con la palabra más elocuente: la coherencia de vida, la entrega por amor al Amor en identificación al “sí” (fiat) de María. Al visitarnos, en el año 2003, nos dijiste: “con mis brazos abiertos os llevo a todos en mi corazón”; tú también estás en nuestros corazones. Queremos rezar por ti, pidiendo al Espíritu Santo que te conforte y asista muy especialmente en esta etapa de tu vida. Con nuestra oración te queremos ayudar a hacer lo que has hecho siempre: dar la vida para que los hombres conozcan a Jesucristo, su Salvador. En esta misión has invertido todas tus fuerzas y lo harás mientras Dios así te lo diga. Gracias, Santo Padre, por ofrecer todos tus sufrimientos por nosotros. Tu mano amorosa y firme de Pastor nos mueve a seguirte en tu caminar al encuentro de Jesús. Tu mensaje es claro: ¡Soy todo tuyo, Maria! ¡Abrid las puertas del corazón a Cristo, el Redentor! ¡No tengáis miedo! ¡Remad mar adentro! ¡Sólo se puede vencer el mal con el bien!
Para conmemorar el cuadragésimo aniversario del Decreto Conciliar “Inter mirifica” sobre comunicación social, el Papa ha escrito una nueva Carta Apostólica: “El rápido desarrollo”. En ella confirma la actitud positiva de la Iglesia hacia los medios de comunicación social y las nuevas tecnologías. Las considera "entre las cosas maravillosas que Dios ha puesto a nuestra disposición para descubrir, usar, dar a conocer la verdad; también la verdad sobre nuestra dignidad y nuestro destino de hijos suyos, herederos del Reino eterno". El conocimiento mutuo que favorecen, promueve que se pierda el miedo a lo diferente, y aumente la comprensión, pese a la diversidad. En este sentido pueden ser un instrumento de paz, enriquecimiento y colaboración interpersonal.
La influencia que tienen los medios de comunicación, especialmente la televisión, en este momento cultural, no tiene vuelta atrás. Para muchos de nuestros contemporáneos su búsqueda de la verdad está ligada a lo que ven en ellos y son su instrumento principal de información y formación, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales. Sin embargo, cada día constatamos que, con demasiada frecuencia, se usan para difundir el mal, el error, y controlar el pensamiento de las personas a fin de favorecer oscuros intereses.
En lugar de lamentarnos, pasivos y acobardados, de los aspectos negativos de este progreso irreversible, hemos de descubrir dócilmente los signos de los tiempos, la llamada de Dios, y adentrarnos también en este nuevo “mar”, para poner su gran potencial al servicio del Bien. Confiando en el Espíritu, que es quien sostiene a la Iglesia, con nuestra libertad y responsabilidad, podemos cambiar el curso de la historia.
Nada humano hay que no esté hecho para ser configurado con Cristo y para Él. La felicidad eterna nace de vivir esta vida de una manera comprometida con el Amor. No valen evasiones o lamentaciones resignadas. También el mundo de los medios de comunicación necesita la Redención de Jesucristo.
La Carta Apostólica da unos consejos a los profesionales de estos medios. Pero también nos interpela a los demás. Hemos de desarrollar un espíritu de reflexión crítica y madura ante las informaciones que recibimos, y ayudar a los demás a hacer lo mismo, especialmente educar a los más jóvenes. Tenemos que participar más en las asociaciones de usuarios, espectadores y oyentes para expresar a los responsables de los medios, nuestro parecer y derechos, de manera eficiente y a la vez serena y amable. Individualmente podemos escribir cartas, sugerencias, elogios, etc. Todo, desde el respeto y espíritu constructivo. Seleccionemos los programas que veamos o escuchemos; también podemos procurar acceder y colaborar con las emisoras cristianas... Tengamos en cuenta las posibilidades de la prensa e Internet para comunicar valores humanos positivos y anunciar la Buena Nueva del Evangelio. Que nadie se sienta excluido de esta vocación y responsabilidad de aportar lo mejor de sí mismo y de su creatividad, para comunicar a todos los hombres el Amor de Dios y la perspectiva viva del Cielo [“lo que el ojo no vio ni el oído oyó, ni el corazón del hombre ha podido soñar” y que Dios tiene preparado para aquellos que le aman (Cfr. 1Cor 2, 9)].
Recordemos que todos tenemos a nuestro alcance dos herramientas de comunicación muy eficaces: la propia vida (el ejemplo coherente, la alegría y la humildad son misioneros poderosos que evangelizan silenciosamente) y la palabra. En los primeros tiempos de la Iglesia, la Buena Noticia se difundió por el método del “boca-oreja” (muy a menudo experimentamos cuan rápida y eficaz es esta forma de difundir noticias) Y, ¡mirad cómo se propagó, con el fuego del Espíritu Santo! ¿Estamos nosotros suficientemente llenos de Dios, y nos sentimos lo suficiente amados por Él, como para contagiar este entusiasmo? Reforcemos, pues, la oración. La comunicación personal con Dios es el primer y más necesario impulso para esta consagración al Bien de los medios de comunicación. No olvidemos que sin ella no se edifica nada bueno.

El Santo Padre nos dice: "¡No tengáis miedo de las nuevas tecnologías!" "¡No tengáis miedo de la oposición del mundo! [Jesús afirma: "Yo he vencido el mundo" (Jn 16,33)]. "¡No tengáis miedo de vuestra debilidad y de vuestra incapacidad!”. [Él nos dice: "Yo soy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20)].
Este año celebramos el Año de la Eucaristía. Adoremos y amemos a Jesús en el Santísimo Sacramento, y también a los miembros de su Cuerpo (nuestros hermanos) que necesitan de nuestro testimonio para conocer a su Salvador, Jesús, el Señor.
El Arcángel San Gabriel, patrón de las comunicaciones, anunció la mejor noticia a María, y Ella acogió la Palabra que se nos comunica, el Verbo Divino: pidamos la intercesión de los dos para ser canales transparentes y eficaces que comuniquen la Vida de Dios a todos nuestros contemporáneos.


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