¡DUC IN ALTUM! / "Siguiendo tu palabra echaré las redes" (Lc 5, 4-6)

CURSO 2004-2005

Saturday, June 18, 2005

¿QUIEN DICE LA GENTE QUE SOY, YO? (Mc 8, 27-30; Lc 9, 18-21)



Un día Jesús hizo eso que hoy denominaríamos un “sondeo de opinión” de las diferentes corrientes populares, tomando como portavoces a sus discípulos (podéis leer el episodio completo en Mt 16, 13-20). Les preguntó quién decía la gente que éra Él. Ellos respondieron que unos decían que Juan el Bautista, otros Elías; otros Jeremías o alguno de los profetas..., le ahorraron las opiniones de los que decían que era Belzebul o súbdito suyo (Cf. Mc 3, 22), porque se daba por supuesto que lo preguntaba en referencia a los que lo seguían. Entonces, al preguntarles qué pensaban ellos, Pedro habló en nombre de los doce: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.”
¿Qué hizo entonces Jesús? ¿Hacer recuento de votos para dar la razón a la mayoría? ¿O a la minoría? ¿O a los más poderosos? Veámoslo:
Entonces Jesús le dijo: “¡Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás: esto no te lo han revelado los hombres, sino mi Padre del Cielo!”. Es decir, que Jesús nos enseñó que las cosas no se vuelven verdad o mentira porque lo diga la mayoría. La verdad no se fabrica por consenso, sino que existe previamente, Dios es la Verdad, y uno la puede encontrar o no. De hecho todos los hombres tienen el deber moral de buscarla según sus posibilidades.
Ante la confesión de Pedro, Jesús respondió: “Y Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino del Cielo; todo aquello que atares en la tierra quedará atado en el Cielo y todo lo que desatares en la tierra, quedará desatado en el Cielo.” Así pues, Dios se ha comprometido con Pedro, y con sus sucesores, a mostrarle la verdad y le ha dado la autoridad para enseñarla. Esta infalibilidad del Papa en materia de Fe no depende de sus virtudes personales, sino de la Fidelidad inconmovible de Dios. Recordemos que Pedro había negado a Nuestro Señor durante la Pasión, después se arrepintió humildemente y con Amor, y Él lo perdonó y restauró...Pedro y los Papas posteriores son de naturaleza pecadora como lo somos todos, pero la Palabra dada por Dios es la seguridad de la Iglesia. La Fe que Ella nos transmite nos permite distinguir entre lo que es verdadero y lo que es falso, más allá de las siempre cambiantes corrientes de pensamiento del mundo.
La razón no es opuesta a la Fe y la Verdad. Muy al contrario cuando la razón se usa rectamente, cuando tiene en cuenta toda la realidad (visible e invisible), material y espiritual, es su mejor amiga. Pero a veces se denomina razón a lo que es pura tecnología, despojada de humanidad; o al puro utilitarismo, sin tener en cuenta el Bien y el Mal, y esto es un error. Las conclusiones que extraerá entonces serán equivocadas, pues le faltan imprescindibles elementos de juicio.
Cuando se quieren imponer conductas o leyes basadas en estas conclusiones erróneas, el cristiano tiene el deber moral de estar en contra. Seguirlas no sería tolerancia sino pactar con la mentira y, por lo tanto, colaborar con un mal social. Este deber de conciencia de no cooperar con leyes malas, es un deber grave, sobre todo en cuestiones muy inmorales, y ya nos lo enseñaron los Apóstoles cuando les prohibieron predicar en el Nombre de Jesús: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech 4, 19; 5, 29). En cambio, cuando las leyes no son malas, el cristiano las ha de seguir, y también Jesús nos lo enseñó al pagar el tributo (Mt 17, 24-27).
La Verdad no se impone por la fuerza, sino por el testimonio de vida y por el Amor.
¡Qué alegría si todos viviéramos en la Verdad! Pidamos al Corazón de Jesús (al cual se dedica tradicionalmente el mes de junio) y al de María, que sean el refugio de todos los hombres y nos protejan del error, del engaño y de la falta de Amor.

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