¡DUC IN ALTUM! / "Siguiendo tu palabra echaré las redes" (Lc 5, 4-6)

CURSO 2004-2005

Saturday, June 18, 2005

¡ES QUE NO TENGO TIEMPO!


Posted by Hello

¡Cuántas veces hemos utilizado esta expresión! Sin embargo, en sentido literal no es cierta: tenemos exactamente 24 horas al día durante todos los días de nuestra vida. Lo que queremos expresar es que no disponemos del tiempo necesario para esto o aquello. Ciertamente, el tiempo de nuestra vida es un don limitado, sólo abarca un número de horas y años contados. Al ser un don sagrado que Dios nos ha concedido para que le demos un buen uso, es muy importante decidir cómo emplearlo. Una de las primeras cosas que hemos de asumir es que no podemos llegar a todo; una cierta diligencia e interés por ampliar nuestras actividades es buena, pero siempre tropezaremos con esta realidad: debemos renunciar a algunas cosas. Ejercitarnos en el aprovechamiento del tiempo, nos llevará a no desperdiciarlo, a delegar en otros cuando ello sea conveniente, y toda una serie de habilidades prácticas que pueden ayudarnos mucho, pero no va a ser éste el tema en el que nos centraremos hoy.
La necesidad de seleccionar en qué cosas voy a ocuparme y en cuáles no, me obliga a tener una escala de valores para establecer prioridades. Pensemos que la finalidad de nuestra vida es servir, honrar y amar a Dios y, en Él, a los hermanos. En definitiva amar y cumplir su Voluntad. Así pues aparece como imprescindible llevar a la oración, preguntarle a Dios, si Él desea o no que hagamos tal o cual cosa, al planificar el día, y también muchas veces a lo largo de la jornada ante cada duda.
Sin embargo, creo que el concepto de aprovechamiento del tiempo no consiste tanto en un cálculo y ejecución óptimos de una rentabilización de cada minuto para llegar a la máxima eficacia o productividad, como en vivir realmente cada minuto del día. Sólo vivimos cuando amamos, pues para eso hemos sido creados. Sólo nos realizamos cuando nos vamos acercando a nuestra identidad verdadera y ésta es el Amor, puesto que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y Dios es Amor. ¡Cuántas veces vivimos como enajenados, esclavos de las cosas, repitiendo interiormente “no tengo tiempo, no tengo tiempo...”, sin estar interiormente presentes en lo que estamos!...entramos en una inercia en que actuamos más como autómatas que como personas. Así nos perdemos lo más importante de la vida: Dios nos sale al encuentro en numerosos pequeños detalles de cada día. Sumidos en el vértigo, no podemos oír su voz en nuestro interior o en la persona del hermano.
Si nunca dedicamos tiempo a nuestro cónyuge, hijos, amigos, con la excusa de que “no tenemos tiempo”, pronto verán que en nuestra escala de prioridades no están muy adelante y se irán alejando, buscando quizá, quien sí les quiera dedicar un ratito; se abrirán abismos que luego serán difíciles de reparar. Es cierto, a veces las circunstancias son críticas y no hay honestamente un minuto libre...pero cuesta poco una sonrisa amable, una pequeña caricia y una oración elevada por el ser querido si lo llevamos en el corazón.
Y ¿qué decir de la famosa frase: “es que no tengo tiempo para hacer oración”? Si nunca hallo un momento para estar en intimidad y diálogo con Aquél que más me ama, con El que me ha regalado todos mis millones de minutos...no nos engañemos: ¡será que no es Él quien mueve mi vida, mis acciones! ¡No debo quererle tanto!
En todo este asunto, la clave está en la sinceridad interior y en la recta voluntad; también aquí es muy fácil una frasecita de cariño, un encomendar a todos los que esperan con nosotros en un atasco de tráfico, un ofrecer mis actividades al Señor por ésta o aquélla persona que necesita de mis oraciones... En definitiva, que el Amor vaya llenando nuestra jornada sin desatender por ello nuestras obligaciones; todo consiste más en un cambio del corazón que de lo exterior.
Pidamos al Señor de los minutos y de las horas, por intercesión de María: ¡Ilumíname para ordenar serenamente mi tiempo para amarte y servirte mejor!


¿QUIEN DICE LA GENTE QUE SOY, YO? (Mc 8, 27-30; Lc 9, 18-21)



Un día Jesús hizo eso que hoy denominaríamos un “sondeo de opinión” de las diferentes corrientes populares, tomando como portavoces a sus discípulos (podéis leer el episodio completo en Mt 16, 13-20). Les preguntó quién decía la gente que éra Él. Ellos respondieron que unos decían que Juan el Bautista, otros Elías; otros Jeremías o alguno de los profetas..., le ahorraron las opiniones de los que decían que era Belzebul o súbdito suyo (Cf. Mc 3, 22), porque se daba por supuesto que lo preguntaba en referencia a los que lo seguían. Entonces, al preguntarles qué pensaban ellos, Pedro habló en nombre de los doce: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.”
¿Qué hizo entonces Jesús? ¿Hacer recuento de votos para dar la razón a la mayoría? ¿O a la minoría? ¿O a los más poderosos? Veámoslo:
Entonces Jesús le dijo: “¡Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás: esto no te lo han revelado los hombres, sino mi Padre del Cielo!”. Es decir, que Jesús nos enseñó que las cosas no se vuelven verdad o mentira porque lo diga la mayoría. La verdad no se fabrica por consenso, sino que existe previamente, Dios es la Verdad, y uno la puede encontrar o no. De hecho todos los hombres tienen el deber moral de buscarla según sus posibilidades.
Ante la confesión de Pedro, Jesús respondió: “Y Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las fuerzas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino del Cielo; todo aquello que atares en la tierra quedará atado en el Cielo y todo lo que desatares en la tierra, quedará desatado en el Cielo.” Así pues, Dios se ha comprometido con Pedro, y con sus sucesores, a mostrarle la verdad y le ha dado la autoridad para enseñarla. Esta infalibilidad del Papa en materia de Fe no depende de sus virtudes personales, sino de la Fidelidad inconmovible de Dios. Recordemos que Pedro había negado a Nuestro Señor durante la Pasión, después se arrepintió humildemente y con Amor, y Él lo perdonó y restauró...Pedro y los Papas posteriores son de naturaleza pecadora como lo somos todos, pero la Palabra dada por Dios es la seguridad de la Iglesia. La Fe que Ella nos transmite nos permite distinguir entre lo que es verdadero y lo que es falso, más allá de las siempre cambiantes corrientes de pensamiento del mundo.
La razón no es opuesta a la Fe y la Verdad. Muy al contrario cuando la razón se usa rectamente, cuando tiene en cuenta toda la realidad (visible e invisible), material y espiritual, es su mejor amiga. Pero a veces se denomina razón a lo que es pura tecnología, despojada de humanidad; o al puro utilitarismo, sin tener en cuenta el Bien y el Mal, y esto es un error. Las conclusiones que extraerá entonces serán equivocadas, pues le faltan imprescindibles elementos de juicio.
Cuando se quieren imponer conductas o leyes basadas en estas conclusiones erróneas, el cristiano tiene el deber moral de estar en contra. Seguirlas no sería tolerancia sino pactar con la mentira y, por lo tanto, colaborar con un mal social. Este deber de conciencia de no cooperar con leyes malas, es un deber grave, sobre todo en cuestiones muy inmorales, y ya nos lo enseñaron los Apóstoles cuando les prohibieron predicar en el Nombre de Jesús: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech 4, 19; 5, 29). En cambio, cuando las leyes no son malas, el cristiano las ha de seguir, y también Jesús nos lo enseñó al pagar el tributo (Mt 17, 24-27).
La Verdad no se impone por la fuerza, sino por el testimonio de vida y por el Amor.
¡Qué alegría si todos viviéramos en la Verdad! Pidamos al Corazón de Jesús (al cual se dedica tradicionalmente el mes de junio) y al de María, que sean el refugio de todos los hombres y nos protejan del error, del engaño y de la falta de Amor.

Posted by Hello

Posted by Hello