¡DUC IN ALTUM! / "Siguiendo tu palabra echaré las redes" (Lc 5, 4-6)

CURSO 2004-2005

Sunday, July 10, 2005

TAMBIÉN DIOS ESTABA EN MADRID


Los horrendos atentados del pasado 11 de Marzo en Madrid nos han conmocionado. Sumidos en el dolor, todos hemos llorado con nuestros hermanos.
Ante tanta barbarie, profundamente trastornados, nos preguntamos cómo es posible que haya personas que puedan llegar a concebir y ejecutar crímenes tan abominables.

Como contrapunto, me pregunto también cómo es posible que haya tantas y tantas personas capaces de respuestas de un heroísmo y Amor tan admirables: cuantos rescataron, cuidaron, asistieron, apoyaron, etc. a las víctimas; muchos familiares de los damnificados que nos aleccionan, con su serenidad en el dolor. Algunos, capaces incluso de ofrecer su perdón y sus oraciones por la conversión de los terroristas. Líderes de diversos credos oran juntos por que la mano de Dios ayude a los que sufren. Todos aquellos, en fin, que han respondido, bien explícita, bien implícitamente, desde el mismo momento en que se produjo la tragedia, con una pronta y heroica actitud de Fe y de Caridad. Numerosas actuaciones de las que yo, ciertamente, no sería capaz.
Veo que la respuesta nos la proporciona el considerar cuál es la realidad profunda del discurrir de este mundo: una lucha sin tregua entre el Bien y el Mal, entre Dios y el Diablo.

Los dos polos del actuar humano que antes he citado, nos muestran con claridad el rostro visible de ambos: Dios, el Amor; el Diablo, el odio.
También nos muestra el Rostro Sufriente de Jesús Crucificado todo el dolor de cada hermano nuestro en Madrid, o en cualquier parte; también el tuyo y el mío cuando lloramos con ellos, o sufrimos también víctimas de otras circunstancias.
Tú y yo, no somos meros espectadores de esa lucha, somos parte integrante. Cada vez que nos decidimos por lo que no es el Amor en nuestras opciones cotidianas, engrosamos el volumen del Mal en el mundo, somos cómplices suyos. De ese Mal que acaba estallando en brutalidades como ésta o como tantas que están sucediendo a cada momento (guerras, abortos, violencia doméstica, hambre, torturas, leyes aberrantes...). Cuando nos decidimos por dejar actuar a Dios en nuestra vida y fomentamos la vida de la Gracia con los Sacramentos, Oración, Buenas Obras, Caridad Fraterna... favorecemos el que la Fuerza, la Gracia del Espíritu de Dios, obre esos milagros de bondad que observamos en el actuar cotidiano de muchos seres humanos que, por sí mismos, son tan frágiles e incapaces como nosotros; pero con Dios, capaces de lo mejor.
¿No estaremos abandonando las armas y huyendo cobardemente de este combate entre el Bien y el Mal? Nosotros, a los que se nos ha confiado el don de la Fe para hacerlo fructificar, tenemos una responsabilidad enorme en lo que vaya a ser desde ahora el futuro de la Humanidad. No es indiferente nuestra respuesta y testimonio ante cualquier suceso de la vida, pues estamos llamados a ser semilla del Reino de Dios.
¡María Santísima, Reina de la Paz, invocamos tu protección para no sucumbir nunca al mal en el mundo y seguir creyendo que el Amor tiene la última palabra! Oremos, hermanos, oremos en todo momento, sin desfallecer, recemos el Santo Rosario, arma invencible para impetrar el don de la Paz.





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